Matriarcas zen, una mirada diferente

Sofia Hannia Bengoetxea
2021 Barcelona

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Si encontráis un patriarca, matar al patriarca.  […] Entonces alcanzaréis la emancipación, no os veréis confundidas por las cosas y podréis ir libremente a donde queráis.

Matar el Buda, matar los patriarcas.

Linjí Yixuán

China ? – 866

Eko

Aogi koi nega waku wa sambo:
Fushite shokan wo tare tamae…
Jorai Maka Hannya Haramita Shingyo, wo fujutsu, atsumuru tokoro no kudoku wa /

Dai Hon Kyo Shu, honshi Shakya Muni Butsu,
Shin Tan Shoso Bodai Daruma Daiosho,
Shusso Eihei Dogen Daiosho,
Keizan Jokin Daiosho,
Kaku Kaku Rekidai No Daiosho,
Narabini Somon Kodo Daiosho,
Mokudo Taisen Daiosho:
no tame kamiji on ni mukui.

Honjitsu Nalanda Dojo ni
sanzen seishu Ichido no kofuku wo
kinen sen koto wo.

Con espíritu profundo y respetuoso,
participo en esta ceremonia…
Hemos recitado el sutra de la Perfección de la Gran Sabiduría y pronunciado los nombres de los tres grandes invisibles.

Muy Gran y venerado maestro Buda Sakiamuni
Gran maestro Bodhidarma
Gran maestro Eihei Dogen
Gran maestro Keizan Jokin,
Gran maestro Kaku Kaku Rekidai,
Gran maestro Narabini Somon Kodo,
Gran maestro Mokudo Taisen
y todos los maestros de nuestra transmisión.

Ruego frente a los participantes puros de este Dojo para desear buena fortuna a todos los seres y me arrodillo renunciando a mi mente y a mi cuerpo.

En las ceremonias del budismo zen se entonan los eko, cantos para agradecer la compasión de los grandes maestros que nos han precedido. El Buda Sakyamuni, Bodhidharma, Dogen, Keizan y otros ilustres sabios son los nombres pronunciados junto con una sucesión más o menos larga de otros bodhisattvas. En el Sodo Huyan, que comienza invocando los seis Budas anteriores a Sakyamuni, la lista de nombres puede llegar a los sesenta o ser tan extensa como se quiera. Son los patriarcas.

Patriarca es aquel destacado monje que asume la herencia espiritual de Buda como líder máximo de la Sanga y el linaje es la línea sucesoria que lo legitima, a través de la transmisión de maestro a discípulo de las enseñanzas y del Dharma. La idea de linaje en el budismo chan comienza hacia el siglo VII dC donde algunos tratados religiosos, como las numerosas obras llamadas «Transmisiones de la Lámpara» o las «Vidas de Eminentes Monjes», tenían como objetivo establecer una escuela legítima del budismo chino que se pudiera remontar hasta los orígenes indios. Como todas las tradiciones que se remontan siglos atrás, más de un milenio en este caso, hay que tener claro los mecanismos ideológicos con que se construyen las leyendas, como señala Philip Yampolski:

«La precisión histórica preocupaba poco los compiladores; se repetían viejas leyendas, inventaban nuevas historias y se reiteraban hasta que ellas también se convertían en leyendas (*1).”

Pero, con rigor histórico o sin en sus inicios, se han convertido en listas ininterrumpidas de maestros y discípulos, una «línea de sangre» espiritual (kechimyaku) de hombres que han destacado por su sabiduría, aportaciones intelectuales o por ser modelos de vida que conforman un corpus doctrinal de una riqueza inconmensurable. Sin los patriarcas del pasado no tendríamos hoy quien nos enseñe que el sufrimiento puede cesar.

Los sutras que narran la vida del Buda están llenos de mujeres que sobresalían por su comprensión del Dharma, que jugaron un papel de primer orden en la Sanga original. Mujeres que eran consideradas grandes maestras como la venerable Dhammadhinna, a quien Buda elogió como buddhavaca, como si hablara en su nombre. Mujeres que dominaban toda la Tipitaka, como en el siglo II d.C. lo hacía Kushan Buddhamitra. Si el budismo temprano parece haber sido una tradición muy amigable para la mujer, entonces cómo es posible que las listas de los patriarcas sean tan casi exclusivas de hombres?

La Venerable Ayya Thery Tathaaloka ofrece una explicación (*2):

Quizás, al principio, no era ni verdaderamente patriarcal ni matriarcal, pero cuando el budismo se extendió se mostró capaz de transformarse de acuerdo con los tiempos, lugares y circunstancias, […] incluso los más sagrados principios se vieron afectados, al negar a la reencarnación en el cuerpo femenino, el acceso al camino de bodhisattva y a la budeidad, o más tarde, incluso en el terreno del estatus legítimo a la vida monástica.

Con el paso de los siglos el budismo no se hizo inmune a la discriminación de género que imperaba en las sociedades donde sus adeptos vivían, la división del trabajo, de las relaciones de poder y jerárquicas en función del sexo que constituían el sustrato económico y social determinaron el marco ideológico donde los budistas construyeron su discurso. En el patriarcado hizo nacieron los patriarcas.

Para el budismo, la dualidad hombre / mujer, más concretamente las discriminaciones en función del género, debería ser un problema falso ya que ningún género tiene una existencia intrínseca e independiente, la naturaleza primordial de los fenómenos trasciende la noción de sujeto. Pero cuando la realidad mundana se impone a la teoría perdemos de vista esta unidad: la representación (mayoritariamente) masculina de los apellidos es una injusticia en tanto que discrimina a las mujeres y nos priva de modelos y referentes inspiradores. Esta separación entre hombres a los que rendir homenaje y mujeres ausentes no refleja la interrelación entre ambos géneros, nace de la ignorancia y genera sufrimiento.

La elaboración de listas de matriarcas no responde al interés de sustituir hombres por mujeres sino a la reivindicación de la plena capacidad espiritual de las mujeres y de su papel en las jerarquías religiosas, es una denuncia de cómo la ideología patriarcal ha modulado la representación del budismo. La vindicación de linajes matriarcales, como todo fenómeno, nace de una causa y cuando desaparezca la discriminación que la origina cesará; nos hemos dado cuenta que la klesha de la ignorancia está aquí presente y pretendemos erradicarla. Estoy bien segura que la demanda de cantar nuestras antecesoras es algo impermanente: vendrá un día que tendremos listas de patriarcas y listas de matriarcas, como también se tendrán de maestros no binarios o de trans(sexual)arcas. Y las Sangas cantarán a las personas sabias que transmitieron el Dharma.

A finales del siglo XX, en el budismo zen estadounidense hubo un intenso debate sobre la necesidad de incorporar a las grandes maestras en las recitaciones de las ceremonias y, en 1997, el zen Center of Los Angeles (*3) empezó a cantar los nombres de sus antecesoras en días alternos con el linaje masculino. Quince años más tarde, cuando esta práctica se había convertido en algo frecuente por todo Occidente, François Dōsan Loiseau publicó el libro «Les matriarches du zen» donde recogió diferentes listas de todo el mundo y propuso, documentándola, una síntesis.

Cualquier lista que se haga presentará problemas pues siempre será incompleta y subjetiva. Ni conocemos todas las mujeres sabias que a lo largo de los tiempos han enseñado ni podemos mencionarlas a todas. Siempre he pensado que es muy fácil llegar a la santidad cuando se es de alta cuna y que la historia tiende a olvidar a la gente humilde por muy grandes que sean sus actos. Es más sencillo llegar a abadesa cuando eres la viuda del shogun o a la hija del rey hacer pías limosnas para financiar monasterios, hechos que son más probables que recojan las crónicas. ¿Con qué criterios las elegiremos? Somos libres de hacerlo como queramos, ninguna ortodoxia se nos impone de obligatorio cumplimiento.

Pero sobre todo, el ejercicio de rescatar la memoria de las maestras nos permite releer los textos clásicos bajo la luz de cómo la ideología patriarcal escribió a su conveniencia biografías que eran incompatibles con el papel asignado a las mujeres. La historia de Moshan Liaoran, por ejemplo, tal como es contada en la Transmisión de la Lámpara difícilmente deja entrever el conflicto de género y de relaciones jerárquicas y de poder que se esconde dentro del texto.
Estamos en el siglo XXI, los contextos sociales y económicos en que vivieron aquellas mujeres y hombres han cambiado, hoy somos conscientes de los marcos ideológicos que conforman, en el pasado y ahora, las injusticias y las discriminaciones por razón de género. Hay que contar que no sólo veneramos las matriarcas porque fueran sabias y transmitieran el Dharma si no que además su papel cuestiona las desigualdades y muestra cómo las mujeres son también protagonistas de la historia.

Necesitamos referentes, mujeres sabias que como Prajnatara y Patacara tuvieronn una compresión profunda del Dharma y fueron capaces de transmitirlo así como heroínas que como Kakuzan Shido reafirmaron su independencia.
No pretendo que el eko que propongo sea recitado en vuestras ceremonias, sólo quiero indicar que cantar una lista de hombres o mujeres puede ser tan poco motivador como leer la lista de los reyes godos de mis años escolares y que es posible ver estas historias con ojos actuales despojándolas del poso ideológico patriarcal.
Dejadme pues elegir la subjetividad a mi gusto, a mi criterio, dadme licencia para mostraros las matriarcas que me gustan.

Flos Sanctorum

Mahamaya

La madre de Siddharta Gautami, según cuenta la leyenda, una noche de luna llena durmiendo en palacio soñó que era portada por cuatro devas al lago Anotatta en el Himalaya. Después de bañarse la vistieron con ropas celestiales, la untaron con perfumes y cubrieron con flores divinas. Seguidamente apareció un elefante blanco, portando una flor de loto blanca con la trompa, y después de dar tres vueltas en torno suyo, entró en su vientre por el lado derecho. La reina se despertó sabiendo que le habían enviado un mensaje importante: el elefante blanco que entraba en su útero indicaba que esa misma noche había concebido un niño que sería un ser puro y poderoso. El descenso del cielo del elefante señalaba que su hijo provenía del cielo de Tushita, la Tierra Pura del Buda Maitreya.

Al día siguiente, a primera hora de la mañana, la reina explicó el sueño al rey y llamaron a los brahmanes para descubrieran su significado. Los sabios dijeron: «los devas han escogido a nuestra reina como madre del Más Puro y el niño se convertirá en un ser muy grande».

Durante el embarazo Maya descubrió que a través del poder del Bodhisattva era capaz de curar a los enfermos poniendo la mano derecha sobre sus cabezas. También tenía el don de encontrar plantas y raíces medicinales. No padecía enfermedad ni aflicción ni fatiga, protegida por deidades que la velaban día y noche mientras practicaba una vida virtuosa cumpliendo los cinco preceptos de no matar, no robar, no mentir, no tener ninguna mala conducta sexual ni tomar sustancias intoxicantes.

Era costumbre que el parto se hiciera en casa de la familia materna y al acercarse el día Maya emprendió el viaje. En su camino pasó por delante de un jardín llamado Lumbini, a los pies de las montañas del Himalaya. El hermoso parque, con árboles que daban sombra, lleno de flores perfumadas y pájaros cantores y abejas ocupadas haciendo miel, atrajo la reina que pidió detenerse a descansar.

Allí llegó el momento del parto, sin dolor ni contracciones, simplemente de pie y sujetándose con la mano derecha en la rama de un árbol mientras el Buda surgía por su lado derecho, limpio y libre de cualquier tipo de impureza, una experiencia gozosa donde no se derramó aguas ni sangre. El niño fue capaz de caminar y hablar en cuanto llegó.
Aunque las narraciones representan un embarazo feliz, libre de fatiga y dolor, parece que después no tuvo tanta suerte. Se dice que Maya, la madre de Buda, murió una semana después del parto.

«Pero cuando la reina Maya vio,
como una divina vidente,
la fuerza inmensa de su hijo,
no soportando la delicia que le causaba;
así que se fue a vivir en el cielo” (*4)

Si el nacimiento de Buda y el papel de su madre, desde su gestación hasta el parto en Lumbini, está recogido con todo detalle en la mitología budista ¿por qué nunca se explican las razones de la muere de Maya siete días después de dar a luz? ¿Por qué la vida de Maya tiene un papel tan pequeño en la vida y las enseñanzas de Buda? ¿Tras siglos sometiendo a escrutinio casi todos los detalles de la biografía de Buda podemos pensar la muerte de Maya como una anécdota del mítico nacimiento? ¿Silenciar la razón de la muerte no refleja la misoginia de considerar a la madre únicamente como receptáculo portador del héroe masculino?

Ratnavati

Ratnavati es una antepasada mítica, citada en algunos sutras como el sutra del Rey Océano Dragón donde se la describe como una niña, hija del Rey naga Sagara, que vivía en la época de Sakyamuni. Discutió con Makakashyo, primer heredero del Dharma de Sakyamuni (*5) :

Este dijo a Ratnavati: «No podeis alcanzar la iluminación porque sois mujeres. Las mujeres no pueden alcanzar la iluminación completa».
Ratnavati respondió: «Si uno tiene una mente y un cuerpo puros, si el corazón está firmemente fijado en la iluminación, entonces la plena Budeidad ya está a su alcance. No hay diferencia real entre hombres y mujeres. Si las mujeres no pueden alcanzar la iluminación completa, tampoco los hombres pueden. la iluminación no tiene nada que ver con esto de ser hombre o ser mujer «.
Se dice que Makakashyo respondió: «Si lo dices así, debes tener razón».
Entonces, Buda Shakyamuni predijo la iluminación completa de Ratnavati, sin estipular si primero debería convertirse en hombre.

En el duodécimo capítulo «Devadatta» del sutra del Lotus1 (*6) se la conoce como Longnü donde rebate a Śāriputra que una mujer no pueda lograr la Budeidad. Longnü ofrece una perla, que simboliza su vida y ego, al Buda que la acepta. A continuación, se transforma en un bodhisattva masculino plenamente perfeccionado, que, sentado sobre un loto, entra rápidamente en meditación y consigue una iluminación completa, mostrando así que al poder cambiar a voluntad su género es errónea la idea de que los hombres son más aptos que las mujeres para los destinos elevados.

Dogen también la cita en el décimo capítulo «Raihai Tokuzui» del Shobogenzo (*7):

Incluso una criatura de siete años -sea niño o niña- puede formarse y practicar el budismo y luego decir algo que sea Buda Dharma: puede ser maestra y guía para monjes y laicos, hombres y mujeres. Así el niño será compasivo con todos los seres sensibles, tal como era, por ejemplo, la hija del Rey Dragón que se había convertido en buda. Deberíamos hacer ofrendas y respetarla como haríamos con todos los budas y tathagatas.

Mahapajapati Gotami

Mahapajapati, la hermana pequeña de Mahamaya, se casó con el rey Śuddhodana cuando este enviudó y se convirtió en la madre adoptiva de Siddharta. Años más tarde, cuando el rey murió, también dejó la corte para unirse a la Sanga de su hijo. El sutra sobre la declaración de agotamiento sobre los frutos de la vida de renunciante (*8) nos cuenta que preguntó al Buda:

«Bienaventurado, sería posible que las mujeres alcancen los cuatro frutos de la vida de la renunciante? No dejaréis a las mujeres seguir esta enseñanza y disciplina de serena fe y quedarse sin hogar para entrenarse en el camino?»

* Bikkhu Analayo (2016), The Going Forth of Mahāpajāpatī Gotamī, Journal of Buddhist Ethics vol 23.

por tres veces obtuvo por respuesta:

«Espera, Gotami, no pienses eso. No es adecuado para las mujeres en esta enseñanza y disciplina salir de la fe serena, quedando sin hogar y entrenar por los caminos.»

y cuánto mediante Ananda logró que reconociera el derecho de las mujeres a ser monjas afrontó la imposición de las ocho garudhamma:

«Es igual que aquel hábil constructor que en aguas profundas hace una presa para controlarlas. Del mismo modo las mujeres deberán practicar estos onerosos ocho principios de peso, que las mujeres no pueden transgredir, preceptos que deben asumir completamente toda su vida. «

respondiendo (quizás ofendida?):

«Sabed que estas monjas son todas ellas ancianas mayores que viven la vida santa. En cuanto a aquellos monjes recién llegados a la formación en el camino […] deberían acercarse a estas monjas, rendirles homenaje y respetarlas según su antigüedad. «

Patacara

No describiré aquí la vida de Roopwati, que puede encontrarse fácilmente en la red, porque hacerlo me lleva a sentir el dolor de una madre que ha perdido sus hijos. Es imposible, a pesar de que nos separen dos mil quinientos años, no conmoverse con esta mujer y no sentir, aunque sea un poco, cuán terrible debió ser su desesperación. Perder los hijos, la pareja, sin hogar, rechazada por la familia, sumida en la miseria y la lucha más extrema por la subsistencia. Una desesperanza tan grande, tan hondo el sufrimiento, que la razón se desvanece, que el juicio deja de guiarla. Como no sentir compasión por ella?

Representa a los condenados, a las parias, más aún a aquellas que han sido desclasadas, expulsadas de la sociedad, que viven más allá de los márgenes. Las locas, las consideradas como irrecuperables, las marginadas. Cuando en un rincón de la ciudad veáis una mujer durmiendo sobre cartones, con la ropa sucia, despeinada, con sus bolsas y carritos, pensad en Patacara.

Pero la mujer, que tocada por la mano de Buda recupera la cordura, la que sobresale en la comprensión del Dharma, la que es capaz de enseñarlo como si fuera con las mismas palabras del Thathagata, nos muestra como su primera vida de buena esposa y madre, la vida conforme a las normas sociales, la de cumplir con las expectativas, la regida por la tradición y las costumbres puede tapar el potencial intelectual, privar de expresar las capacidades de liderazgo de una mujer.

Bhadda Kundalakesa

La biografía de Bhadda «la del cabello rizado» retrata una mujer fuera de lo común:

• Rechaza la autoridad paterna negándose a casar con los pretendientes propuesto por su padre y escogiendo ella con quien quería unirse. Lástima que eligese a un ladrón condenado a muerte que para escapar de la sentencia aceptó la boda.
• Mató al marido cuando, para robarle las joyas, pretendía despeñarla por un acantilado.
• Rechazó el papel de esposa y madre en una sociedad donde la mujer tenía que vivir bajo la autoridad del padre, el marido o el hermano.
• Viajó en solitario por la India durante cincuenta años despreciando la protección de ningún hombre.
• Estudió con numerosos maestros y destacó por su inteligencia y facilidad de comprensión. Se unió a los jainistas durante un corto periodo.
• Llevando una vida ascética se ganó gran fama como filósofa debatiendo públicamente, de tú a tú, con otros gurús y brahmanes sobre religión, ética y espiritualidad, con una oratoria enérgica y contundente.

Tal era su reputación que, cuando por primera vez se encuentra con el Buda, la ordena monja inmediatamente diciéndole «Bhadda ven», fórmula muy alejada del largo procedimiento formal de ordenación que incluía diferentes etapas y que sólo empleó con cinco monjes . Fue la única monja ordenada personalmente por el Buda.
El Therigatha recoge estos versos:

Con el pelo despeinado, manchada de barro,
vistiendo harapos, en el pasado viví.
Pensando en la culpa de los inocentes y viendo la inocencia en los culpables.
En las montañas de Gijjhakuta para vivir unos días fui
y allí, guiando la Sanga de monjes,
al Buda inmaculado vi.
De rodillas en su presencia hice homenaje
juntando las manos.
«Ven Bhadda» dijo
y esta fue mi más alta ordenación.
Por Anga y Magadha caminé, por Vajji, Kasi y Kalosa,
durante cincuenta años, libre de deudas,
de limosnas del país comí.
«Mucho mérito ha sido acumulado por esta sabia
y devota lega que la túnica a Buda dio,
completamente liberada de toda atadura «

Su vida independiente, activa y sin sumisiones, la práctica ascética y la autoridad moral conferida por su gran bagaje intelectual, sabiduría y discurso, junto con la forma excepcional con que es aceptada en la Sanga nos ofrecen la imagen de una mujer que rompe con el marco ideológico patriarcal de la India de los tiempos de Buda.

Prajnatara

El 1225 d.C. cuando Dogen estaba en el monasterio chino de Ju-Ching redactó una lista de 57 patriarcas (*9). Sólo figura en ella una mujer: Prajnatara. Fue líder de la secta Sarvastivadin, reconocida como sucesora del linaje de Buda por su maestro el vigésimo sexto patriarca Punyamitra, invitada por el rey Simhavarman para instruir a su hijo Bodhitara quien se convertirá con el nombre de Bodhidharma en el veintioctavo patriarca. Sin duda su mayor mérito estuvo en haber reconocido, en aquel chiquillo al que le proponían educar, la promesa de la valía espiritual del hombre que llevó el budismo a la China, transmitirle el Dharma y la visión de la necesidad de extenderlo. Pero lo que más me sorprende es que, a pesar de Dogen afirme que es una mujer (10), autores como François Loiseau en su libro «Les matriarches du zen” (*11) o grupos zen como Blue Heron Comunity (*12), Nottingham zen Group (*13) y muchos otros no la incluyan en sus linajes de matriarcas. ¿Acaso no han leído el Shobogenzo?

Sanghamitta

Resulta curioso como la hagiografía budista está llena de figuras de la nobleza, princesas, emperadoras, reinas …
A los dieciocho años asistió al tercer concilio budista (250 aC) donde su padre, el rey Asoka, junto con el monje Mogaliputta-Tesa se hicieron con el control de la Sanga depurando sesenta mil monjes que consideraron heréticos (titthiyas) *14.

Bajo la dirección de Asoka se inició un proceso evangelizador de gran empuje hacia la actual Afghanistan, China y Myanmar. El rey Devaanampiya Tissa, monarca de Sri Lanka, había pedido renovar los lazos de vasallaje y a Sanghamitta le encargaron una importante labor diplomática (*15): llevarle como símbolo del acuerdo una plantón del árbol bodhi en un cuenco de oro. La expedición, en compañía de nueve monjas y otros nobles y dignatarios, fue un éxito y Sangamitta no sólo ordenó monja a la princesa Anula si no también otras mil cingalesas que asistían a la ceremonia. Siguieron muchas otras ordenaciones, fundando la primera orden monástica femenina de Sri Lanka.

La importancia de la figura de Sanghamitta está sin duda en su papel como fundadora y organizadora del orden de las bikkhunis cingalesas, más allá de las multitudinarias ordenaciones iniciales favorecidas indudablemente por la maquinaria del estado. Hay toda una vida, 48 años dedicados a la mejora de las condiciones de vida materiales y espirituales de las mujeres de Sri Lanka.
Pero lo que me fascina es el aspecto político y diplomático de su misión.

Las tres monjas: zenshin, zenzo, Ezen

Entre el 532 y 552 d.C Song-Myong, soberano del reino sur coreano de Paekche, envió como regalo varias escrituras y una estatua de Buda al emperador japonés Kinmei. Soga no Iname, shogun del clan de los Soga y rival en las luchas internas por el poder con los Mononobe, vio en la figurita la oportunidad de establecer una alianza con el rey coreano abrazando el budismo. Cuando su sobrino Umako cayó enfermo ordenó construir un santuario para esta imagen devocional como ofrenda que ayudara a restablecer su salud. Para ocuparse de las oraciones y cuidar el templo puso a tres jovencitas: Shima (*16) , de doce años, hija de un pariente suyo y dos sirvientas, Toyome y Ishima, que tomaron los nombres de zenshin, zenza y Ezen. La ordenación en el año 584 dirigida por Hyep’yon, viejo monje venido de Corea para la ocasión, no pudo hacerse según las prácticas tradicionales pues no habían en Japón los diez monjes y diez monjas ya ordenadas que necesarios para presidir la ceremonia.

La rivalidad con Mononobe no Moriya, protector de los sintoístas, se tiñó de guerra de religión y este aprovechó para culpar de una epidemia que asolaba el país a los seguidores de aquella fe extranjera. El templo fue quemado, el ídolo lanzado a una acequia y las monjas arrestadas, despojadas de sus hábitos, encarceladas y azotadas en la plaza del mercado. Más tarde cuando el emperador también enfermó, a pesar de haber sido exorcizado la causa del mal con la destrucción del templo, no tuvo más remedio que reconocer que la estatua no tenía la culpa y las monjas fueron liberadas.

En 587 las tres monjas solicitan:

«Disciplina es la base del método de quien renuncia al mundo; por favor permítanos ir a Paekche para recibir instrucciones sobre la Ley de la disciplina. ” (*17)

Tres mujeres de dieciséis años emprendieron en el año 588 el largo viaje por mar hasta un monasterio coreano para instruirse sobre el Dharma y la Vinaya y poder ser ordenadas bhikksuni en marzo de 590. A la vuelta fundaron el monasterio de Sakurai-ji que , a pesar de no alcanzar el mínimo de diez monjas plenamente ordenadas por constituir una orden monástica, inició un movimiento que perdura hasta la actualidad.

Encuentro injusto que las recopilaciones y listas de matriarcas no recojan a las dos compañeras de zenshin-ni. ¿Quizás ellas eran de rango nobiliario más bajo? ¿Por qué eran sus criadas? ¿Qué importa eso mil quinientos años después? Como ella, ser azotadas y escarnecida públicamente no hizo tambalear su fe, como ella afrontaron un viaje incierto y peligroso lejos de casa. ¿Sus méritos son menores?

Moshan Liaoran

Moshan Liaoran (esp. Cima del Monte Moshan, jp. Massan Ryonen) es la primera mujer china de la que tenemos constancia de haber sido abadesa de un monasterio (*18) (Mo-shan, durante la segunda mitad del siglo IX) y transmitido el Dharma a un hombre. Pese a que no sabemos nada de su pasado ni cómo llegó a serlo hay bastantes testimonios de que fue una maestra con una visión clara e incuestionable sobre el género. En el diálogo recogido en la Transmisión de la Llama deja claro la autoridad de su papel como abadesa y guía espiritual cuando recibe a Guanxi Xian, un monje errante que busca un maestro. Como monje, según las garudhamma, debía recibir la obediencia de las monjas del convento:

Xian entró en la sala del Dharma [sin inclinarse] diciendo: «Si este lugar está bien, me quedaré. Si no, haré caer el trono del Cha’n» [amenazando así la autoridad de la abadesa].
Lioran le envió una de sus asistentas para preguntar:
«¿Con qué propósito llega el anciano a esta montaña? Es para aprender el Dharma? «
«Sí, para aprender» replicó Xian.
Al oir esto, Liaoran entró en la sala sentándose en el trono del Cha’n [y Xian tuvo que inclinarse formalmente ante ella].
«¿De qué lugar ha venido el anciano hoy?» preguntó Liaoran.
«Desde la boca del camino» respondió [socarrón] Xian [pues en chino boca también puede significar entrada o inicio].
«Pues podrías callar la boca».
Xian no tuvo el coraje de replicar y postrándose de rodillas preguntó «¿Qué lugar es Mo-shan?».
Su cima no está a la vista» dijo Liaoran.
«¿Quién es el maestro en Mo-shan?».
«El que no tiene forma ni masculina ni femenina».
«¿Por qué no te transformas en un hombre?» cuestionó Xian [pues según la tradición una mujer debía reencarnarse en hombre para poder alcanzar la iluminación].
«No soy un fantasma, ¿por qué tengo que transformarme?»
Después de esta respuesta Xian se rindió.

En este diálogo Liaoran transgrede los preceptos de obediencia de una monja pues responde al desafío a su autoridad «¿qué haces sentada en el trono del Dharma presidiendo este monasterio? ¿Qué puede enseñarme tú que eres una mujer? » replicando que no tiene porque justificar su papel al decir que «la cima no está a la vista» y que, por cuanto la discriminación de género no es lo que enseña el Dharma, no necesita convertirse en un hombre, es él quien necesita reflexionar sobre la cuestión (*19) .

Trescientos años más tarde Dogen dirá de ella:

«El maestro de meditación Shikan inclina respetuosamente ante la monja Massan Ryōnen porque su dharma es un ejemplo de constancia e integridad para aquellos que estudiamos el camino en estos últimos días del Dharma; se puede decir que rompe las barreras erigidas por el pensamiento discriminatorio .” (*20)

Sorprende como a lo largo del tiempo y de las sucesivas traducciones el significado original de esta conversación se oscurece convirtiéndose en un texto críptico, como si el zen tuviera que expresarse en un lenguaje metafísico casi incomprensible.

Kakuzan Shido

La monja Kakuzan Shido estudió en el monasterio de Enganku-ji, donde recibió la transmisión del Dharma de su maestro Mugaku Soke. Durante la ceremonia era costumbre que los otros monjes pusieran a prueba los conocimientos del candidato/a y el abad le preguntó:

«En nuestro linaje todo el mundo que recibe inka tiene que hacer un discurso sobre los sutras. ¿Eres capaz de hacerlo?»

Kakuzan desenfundó una daga sosteniéndola delante suyo (*21) :

«Todo maestro zen en nuestro linaje ha de enseñar los sutras. Pero yo soy una mujer de un linaje de guerreros y hablo del Dharma cara a cara, con la espada desenvainada. ¿Para qué necesito los libros?

Kakuzan nació en una familia de soldados en tiempos de conflictos, donde las mujeres solían llevar una pequeña espada para defenderse tal era el nivel de violencia. Numerosas las viudas de samurais se habían hecho famosas por proteger a sus familias durante las luchas entre clanes que asolaban Japón a finales del siglo XIII. Las mujeres de la clase guerrera eran conocidas por la fuerza de su carácter y determinación.

Podría interpretarse la respuesta, a la vista de la afilada hoja, como un «corta el rollo». Kakuzan no deseaba medirse en términos intelectuales con el abad, al contrario, establece las reglas del juego de las preguntas que le harán y por tanto manifiesta su autoridad moral.

Al morir su marido, el shogun Tokimune, fue nombrada en 1285 por su hijo como abadesa de Tokei-ji que había hecho construir expresamente para ella.

Pronto tuvo que acoger a las viudas de su propio clan de quien su hijo había matado los maridos por dudar de su lealtad, convirtiendo el monasterio en un refugio para mujeres que buscaban asilo. Tokei-ji sirvió de santuario para aquellas que escapaban de sus matrimonios hasta que pudieran obtener el divorcio. Si una mujer fugada de casa conseguía tirar su zapato dentro del patio del convento podía vivir como monja durante dos o tres años sin que el marido o la familia pudiera reclamarla y, protegida de toda violencia, finalmente retornaba a la vida seglar con una carta de divorcio como mujer libre. En el Japón feudal las monjas de Tokei-ji construyeron un refugio frente a los abusos maritales y la violencia de género.

Fukuda Chiyo

Mientras en Europa el barroco se extingue con las florituras del rococó para dar paso a la ilustración y el neoclasicismo, el Japón del período Edo encuentra en la delicada concisión de los breves haikus el esplendor de la poesía más espiritual. Fukuda Chiyo (1703-1775) fue una poetisa que se ordenó monja con estos versos:

Sin renunciar a este mundo
quisiera mostrar mi corazón
que como el agua clara
se desliza noche y día.

Su poesía se inspira ampliamente en la naturaleza, sin poner casi nunca el protagonismo en el ser humano ni en sus acciones, deseos o sentimientos.

Roza
el sedal de la caña de pescar
la luna en verano.

Con las lluvias de primavera
todas las cosas
se vuelven más bonitas.

En ocasiones parece que busque el despertar a través de la contemplación de la belleza contenida en las imágenes del propio poema,

Tras la cabalgada los caballos
olfatean sus patas.
Un perfume de violetas.

Cuando su maestro Matsuo Basho le propuso hacer un haiku sobre el cuclillo, un ejercicio escolar frecuente y trivial, pasó toda la noche rechazando posibles poemas que no la satisfacían, tan abstraída estaba intentando plasmar sus sentimientos que se sorprendió con las primeras luces del alba:

Cucut! cucut!
Toda la noche
y al final ¡la aurora!

Su visión de la naturaleza destila filosofía zen: es la ausencia del yo, la falta de cualquier propósito

El agua se hiela
las luciérnagas se apagan.
Nada existe.

Nació en una familia humilde, llevó una vida sencilla como esposa, madre, viuda y monja a pesar de ser reconocida como poetisa de gran fama. El Dharma también se puede transmitir en un haiku.

Ensayo de cántico en el templo

Eko

Suplicamos humildemente vuestra verdadera compasión e iluminación.
Habiendo recitado el sutra de la Perfección de la Gran Sabiduría dedicamos este servicio a las sucesivas generaciones de Budas y de matriarcas que nos han transmitido la llama, a fin de que podamos devolver sus compasivas bendiciones:

Gran maestro Buda Sakyamuni
Gran maestra Mahamaya
Gran maestra Ratnavati
Gran maestra Mahapajapati Gotami
Gran maestra Patacara
Gran maestra Bhadda Kundalakesa
Gran maestra Prajnatara
Gran maestra Sanghamitta
Gran maestra zenshin-ni
Gran maestra zenzo-ni
Gran maestra Ezen-ni
Gran maestra Moshan Liaoran
Gran maestra Kakuzan Shido
Gran maestra Fukuda Chiyo

Con todos los méritos de estas grandes maestras y de todas las demás antepasadas nuestras, de los nombres de aquellas que han sido olvidados o dejados sin decir, rezo con todas mis fuerzas ante la Sanga del Dojo [nombre] para desear a todos una buena fortuna.
Para esta realización de méritos, me prosterno en el suelo como abandono de mi mente y mi cuerpo.

Ensayo de cántico en el templo

Eko

Suplicamos humildemente vuestra verdadera compasión e iluminación.
Habiendo recitado el sutra de la Perfección de la Gran Sabiduría dedicamos este servicio a las sucesivas generaciones de Budas y de matriarcas que nos han transmitido la llama, a fin de que podamos devolver sus compasivas bendiciones:

Gran maestro Buda Sakyamuni
Gran maestra Mahamaya
Gran maestra Ratnavati
Gran maestra Mahapajapati Gotami
Gran maestra Patacara
Gran maestra Bhadda Kundalakesa
Gran maestra Prajnatara
Gran maestra Sanghamitta
Gran maestra zenshin-ni
Gran maestra zenzo-ni
Gran maestra Ezen-ni
Gran maestra Moshan Liaoran
Gran maestra Kakuzan Shido
Gran maestra Fukuda Chiyo

Con todos los méritos de estas grandes maestras y de todas las demás antepasadas nuestras, de los nombres de aquellas que han sido olvidados o dejados sin decir, rezo con todas mis fuerzas ante la Sanga del Dojo [nombre] para desear a todos una buena fortuna.

Para esta realización de méritos, me prosterno en el suelo como abandono de mi mente y mi cuerpo.

REFERENCIAS:

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